Memorias mamá prematura

Los duelos de la maternidad prematura: Una Mirada Integral al Proceso de Pérdida.

El duelo perinatal abarca una amplia gama de pérdidas emocionales, físicas y psicológicas que puede experimentar una madre cuando partes significativas del proceso de maternidad se ven interrumpidas o alteradas. Aunque el duelo perinatal es más comúnmente asociado con la pérdida (muerte) gestacional o neonatal, también está presente en circunstancias como la prematuridad.

El trauma inherente a estas experiencias desconecta a la madre de las representaciones internas y el esquema emocional que previamente construyó sobre su embarazo, parto y maternidad.

La prematuridad es el nacimiento de un bebé antes de las 37 semanas de gestación y el duelo de las madres no siempre está vinculado con una muerte física, aunque la amenaza constante de mortalidad del bebé puede marcar el proceso emocional.

Más bien, el duelo surge principalmente por las pérdidas simbólicas y las rupturas emocionales que afectan a las madres en múltiples niveles, que se concadenan en cascadas una detrás de otra, desencadenando distintos tipos de duelos.

Estas pérdidas duelen porque la prematuridad irrumpe en el imaginario cultural del embarazo, nacimiento y crianza, exigiendo a las madres reconfigurar rápidamente sus expectativas, adaptarse a la incertidumbre y enfrentar el estrés emocional que acompaña a este escenario.

Este evento disruptivo desencadena una compleja red de pérdidas, muchas de las cuales son simbólicas y ambiguas, que no suelen ser reconocidas explícitamente por el entorno social, a veces ni tan siquiera por la madre, lo que hace que muchas repriman o no verbalicen sus emociones.

Como resultado, muchas mujeres experimentan culpabilidad, confusión o soledad al sentir que no tienen derecho a «permitirse» estos duelos porque su bebé está vivo. Sin embargo, según Daniel Stern (1995), representar y sentir la pérdida es esencial para transitar de manera saludable los desafíos emocionales de la maternidad en contextos complejos.

Autores como Daniel Stern y Donald Winnicott han explorado cómo las madres construyen representaciones internas del embarazo, del bebé y de sí mismas como cuidadoras. Estas representaciones se ven afectadas de formas particularmente intensas en el caso de un nacimiento prematuro, lo que puede detonar procesos de duelo complicados.

El duelo perinatal de la maternidad prematura

Uno de los duelos más profundos en la prematuridad es el de no llegar a término. Este duelo se origina en la desconexión entre una expectativa universalmente compartida (la de un embarazo completo que culmine naturalmente alrededor de las 40 semanas) y la realidad de un parto prematuro que interrumpe este proceso. Para muchas madres, este duelo tiene connotaciones tanto internas como externas:

Pérdida del Proceso Físico Completo:

El embarazo a término implica una evolución fisiológica y simbólica que culmina en el parto. Las madres de bebés prematuros suelen percibir que no experimentaron el «ciclo completo», lo que les deja una sensación de incompletitud en su experiencia física.

  • Conexión física interrumpida: Las semanas finales del embarazo son aquellas en las que muchas madres sienten una conexión más intensa con su bebé a través de movimientos fetales más fuertes, sensaciones físicas marcadas y la preparación final para el parto. En los embarazos prematuros, esta etapa se pierde.
  • Cambios corporales no vividos: Sentir que su cuerpo no llegó a completar el proceso a menudo se interpreta como un «fallo» personal, cargado de un peso emocional.

Pérdida del Tiempo para Conectar Emocionalmente con el Embarazo:

Un embarazo a término permite a las madres, especialmente a las primerizas, construir representaciones internas del bebé y de sí mismas como madres. Según Daniel Stern (1995), este tiempo de conexión es crucial para el desarrollo emocional de la identidad materna. En un embarazo interrumpido por la prematuridad, esta construcción queda truncada, dejando un vacío emocional que puede transformarse en culpa o en una desconexión inicial con el bebé.

Pérdida de la Expectativa Social de un Embarazo Completo:

Culturalmente, se espera que un embarazo «normal» concluya cerca de las 40 semanas de gestación con un bebé sano. Esta narrativa agrega una presión externa a las madres de bebés prematuros, quienes pueden sentirse juzgadas o incomprendidas por no «haber llegado al final».

Desde el momento en que una mujer descubre que está embarazada, comienza a construir un «embarazo imaginado». Este embarazo incluye expectativas sobre cómo transcurrirá el periodo gestacional, la conexión emocional con el bebé y la preparación hacia el parto. La llegada inesperada de un nacimiento prematuro despoja a la madre de estas expectativas, iniciando un duelo por la pérdida del camino gestacional completo.

El embarazo idealizado está basado en la fantasía de que el cuerpo materno protegerá y nutrirá al bebé hasta el término. Cuando esta «seguridad física» se rompe, muchas madres experimentan culpabilidad, frustración y sentimientos de inadecuación. Estudios como el de Coşkun et al. (2020) han identificado que esta pérdida no solo afecta el bienestar emocional de la madre, sino que puede predisponerla a trastornos de ansiedad en el posparto.

Una de las representaciones más significativas del embarazo es a través del crecimiento gradual de la barriga, simbolizando la conexión entre madre e hijo y el crecimiento saludable del bebé. En el caso de la prematuridad extrema o de muy bajo peso, el vacío que puede experimentar una madre ante la falta de esos signos físicos puede convertirse en un verdadero duelo. A menudo, esto genera la sensación de que el embarazo nunca se «realizó» o que el proceso fue incompleto.

Los movimientos fetales son un puente emocional poderosísimo para las madres durante el embarazo. Estos movimientos contribuyen al desarrollo del vínculo prenatal entre la madre y el bebé. La falta de movimientos significativos en embarazos de alto riesgo puede conllevar a una profunda tristeza y a la sensación de desconexión, llevando a un duelo por lo que no pudo experimentarse,

El parto esperado es otra representación emocional significativa que las madres suelen formar durante el embarazo. Muchas imaginan un momento de conexión profunda, un nacimiento a término rodeado de apoyo y amor, y la posibilidad de sostener a su bebé inmediatamente después. En el caso del parto prematuro, a menudo las madres enfrentan intervenciones médicas de emergencia, cesáreas y la separación inmediata del bebé, lo cual genera una ruptura emocional importante.

Este duelo se intensifica cuando la madre no puede participar activamente en el proceso del parto o siente que «le arrebatan» o «le roban» la oportunidad de traer a su bebé al mundo bajo sus propios términos. Winnicott señaló que las experiencias tempranas del parto son cruciales porque sientan la base de una conexión emocional continua entre madre e hijo. La desconexión inmediata (por ejemplo, cuando el bebé ingresa a la UCIN) puede hacérselo sentir como «extranjero» o distante al comienzo.

La cesárea es, para muchas madres, un evento difícil de procesar, sobre todo si se realiza de manera urgente en un contexto de prematuridad. Este procedimiento puede culminar en sentimientos de pérdida de control y desconexión física con el bebé, lo que puede agravar el trauma emocional. La experiencia de una cesárea puede ser especialmente dolorosa.

La cesárea realizada en circunstancias extremas puede generar emociones ambivalentes: por un lado, gratitud hacia las intervenciones médicas que aseguraron la supervivencia del bebé, pero, por otro, una sensación de pérdida, dejando tras de si una herida también física para toda la vida.

El ingreso del bebé prematuro a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) representa una interrupción inmediata de las expectativas de nacimientos saludables que las madres suelen desarrollar durante el embarazo. En las UCIN, las madres no solo ven a sus bebés conectados a dispositivos médicos, sino que enfrentan también el temor constante por su supervivencia y por las posibles secuelas a largo plazo.

Este duelo está relacionado con un profundo miedo por perder al bebé (duelo anticipado), pero también con la percepción de no poder protegerlo. Las madres describen sentimientos de impotencia cuando dependen completamente del personal médico para cuidar al recién nacido. Este duelo suele ir vinculado a la falta de conexión inicial con el bebé, dado que la prioridad está puesta en mantenerlo con vida.

La prematuridad y el ingreso neonatal alteran profundamente el rol materno esperado. Las madres suelen imaginarse como las principales proveedoras de cuidado desde el momento del nacimiento, pero la medicalización de la prematuridad reduce este rol al mínimo, al otorgar el protagonismo del cuidado al personal médico. Esta percepción de pérdida de autonomía puede ser difícil de procesar, ya que muchas madres sienten que no están cumpliendo con su «función natural». Esta situación genera un choque contra las supuestas narrativas positivas que rodean la maternidad, llevando a sentimientos de inseguridad y cuestionamiento de su valía como madre.

Otro tipo de duelo que las madres experimentan en la prematuridad es el aislamiento social, debido al duelo sociocultural. Mientras otras madres comparten experiencias de embarazos saludables y nacimientos a término, aquellas que atraviesan la prematuridad pueden sentirse incomprendidas o desconectadas de su entorno, ya que este tipo de maternidades están infrarrepresentadas culturalmente.

Además, los rituales sociales asociados al embarazo y nacimiento —como los baby showers o las visitas posparto— suelen cancelarse o estar marcados por una atmósfera de preocupación, lo que intensifica la sensación de pérdida. La incapacidad para vivir la experiencia de ser madre de forma «convencional» en el ideario sociocultural puede afectar la autoestima. La madre puede compararse negativamente con otras madres que han tenido embarazos y partos «normales», amplificando una sensación de insuficiencia, lo que puede plegarse a la ansiedad y la depresión postparto.

La mayoría de las madres imaginan un proceso progresivo de preparación física y emocional que incluye la decoración de la habitación del bebé, la compra de ropa, accesorios, juguetes y la visualización del nuevo espacio que ocupará. El nacimiento prematuro interrumpe este proceso, dejando una sensación de vacío material y simbólico. Algunas madres señalan que regresar a casa sin un bebé en brazos y con una habitación aún vacía representa un contraste doloroso respecto a lo que habían esperado.

El concepto de «perder la inocencia» en esta situación no está relacionado con la maternidad como tal, sino con la ruptura de las expectativas que muchas mujeres, sobre todo primerizas, tienen acerca de cómo es convertirse en madre. Esta pérdida implica una transición dolorosa y abrupta desde una percepción idealizada hacia una experiencia cargada de incertidumbre, miedo y, en algunos casos, sufrimiento.

Los Aspectos de la Pérdida de la Inocencia son: la Ruptura del Control, el Desvanecimiento de la Fantasía de la Maternidad despojando a las madres de la «normalidad» que creían que tendrían, la Crisis de Identidad Maternal y El Miedo Temprano a la Mortalidad y la Salud del Bebé, trayendo consigo un choque con una de las mayores preocupaciones humanas: la fragilidad de la vida.

La leche materna no solo nutre, sino que también crea un momento de conexión importante entre la madre y el bebé, fomentando el apego. Esta experiencia se ve interrumpida para muchas madres de bebés prematuros debido a múltiples factores, generando un duelo emocional, a menudo invisibilizado, pero puede ser profundo y multifacético.

El ideal cultural que rodea la lactancia materna sitúa a las madres en una posición en la que se espera que amamanten exitosamente a sus bebés. Muchas madres ingresan a la maternidad con la expectativa de que podrán lactar sin problemas. Sin embargo, al enfrentarse a un parto prematuro, estas expectativas son desafiadas de forma abrupta.

Un estudio realizado por Lai et al. (2020) encontró que las expectativas no cumplidas con respecto a la lactancia materna están significativamente asociadas con niveles elevados de ansiedad y depresión postparto. Las madres sienten que no están a la altura de las expectativas sociales y personales, lo que puede generar un sentimiento de fracaso. Además el estrés generado por dificultades en la lactancia en prematuros puede tener un efecto negativo en la producción de leche. Un estudio de Bada et al. (2020) indica que el estrés crónico puede inhibir la producción de prolactina, la hormona que favorece la lactancia, lo que constituye un círculo vicioso.

La fecha probable de parto (FPP) es un hito simbólico cargado de significado para quienes transitan un embarazo. Es más que un dato médico, ya que representa un punto de referencia que organiza las expectativas, pensamientos, emociones y el sentido del tiempo durante la gestación.

Sin embargo, cuando la experiencia del embarazo y el parto se desvía del curso esperado, como ocurre en casos de nacimientos prematuros, complicaciones o pérdidas perinatales, la FPP adquiere otro peso emocional.

Este cambio puede generar un proceso de duelo poco reconocido: el duelo por la pérdida de la FPP y todo lo que simbólicamente representa. La pérdida de la FPP fractura estas representaciones: el tiempo, el lugar y la forma en que se esperaba el nacimiento ya no tienen espacio en la realidad. Este cambio puede generar un duelo ambiguo, caracterizado por sentimientos de confusión y emociones no resueltas.

Para las madres que ya tienen otros hijos, la llegada de un bebé prematuro implica una carga emocional y física adicional. La prematuridad puede significar que la madre debe dividir su atención y energía entre el bebé hospitalizado y los hermanos que también requieren cuidados, lo que puede generar sentimientos de culpa y ansiedad.

El duelo por perder a uno de los gemelos o mellizos es extraordinariamente complicado y doloroso. Cuando uno de los bebés prematuros no sobrevive, la madre enfrenta la naturaleza desgarradora de la pérdida, pero también la alegría y la confusión que puede acompañar la supervivencia del otro bebé.

Estos sentimientos contradictorios pueden tener efectos a largo plazo en la salud mental, afectando la capacidad de la madre para conectarse plenamente con el bebé sobreviviente y para procesar la pérdida del que no estaba destinado a quedarse.

El duelo neonatal es complicado por la ambigüedad de la experiencia. Las madres pueden no haber tenido la oportunidad de conocer a su bebé en condiciones ideales, lo que puede dificultar la conexión emocional. Esto se denomina «duelo complicado», donde la falta de cierre y el no haber vivido una experiencia completa con el bebé impactan en el proceso de duelo (Kelley et al., 2020).


En el contexto de la maternidad prematura, los duelos pueden ser anticipados, ambiguos o manifiestos. Cada madre prematura vive su proceso de forma única, dependiendo de su contexto, red de apoyo y capacidad emocional. Para el trabajo social clínico en el ámbito perinatal, es fundamental abordar cada tipo de duelo desde tres puntos clave:

  1. Validación emocional: Ayudar a las madres a reconocer y procesar sus emociones sin juzgarlas.
  2. Reconstrucción de significados: Permitir a las madres resignificar sus pérdidas como partes integrales de su viaje hacia la maternidad.
  3. Apoyo psicosocial continuo: Ofrecer acompañamiento durante todas las etapas de la maternidad prematura.

Finalmente, como señaló Winnicott, aunque las madres puedan enfrentar rupturas y desafíos significativos, lo que importa es su disposición para ser «suficientemente buenas» en el contexto de la realidad que enfrentan. Con el acompañamiento adecuado, las pérdidas de la maternidad prematura puedan convertirse en espacios para el crecimiento psicosocial y el desarrollo de resiliencia.

Y tú, mamá prematura, ¿Qué duelos has vivido? Comparte tu historia en los comentarios y sigamos construyendo una red de apoyo juntas.


Bibliografía

  1. Winnicott, D. W. (1958). Through Paediatrics to Psychoanalysis. New York: Basic Books.
  2. Stern, D. N. (1995). The Motherhood Constellation: A Unified View of Parent-Infant Psychotherapy. New York: Basic Books.
  3. Coşkun, Y., et al. (2020). “Maternal Emotional Responses Following Premature Birth.” International Journal of Psychology.
  4. Shah, P. E., et al. (2018). “Maternal Grief and Stress in the Neonatal Intensive Care Unit.” Journal of Perinatal & Neonatal Nursing.
  5. Ballantyne, M., et al. (2017). «Mothers’ Experience of Prematurity and Lactation Challenges.» Maternal & Child Nutrition.
  6. Müller, S., & Thompson, L. (2019). Navigating Perinatal Loss and Grief. Chicago: APA Press.
  7. Bada, M., et al. (2020). «The relationship between maternal stress and breastfeeding: affecting factors.» International Breastfeeding Journal.
  8. Lai, Y., et al. (2020). «Expectations and experiences of breastfeeding among primiparous women.» Journal of Human Lactation.
  9. Kelley, K., et al. (2020). «Complex Grief: Understanding the Response to Neonatal Loss.» Death Studies.

3 comentarios en “Los duelos de la maternidad prematura: Una Mirada Integral al Proceso de Pérdida.”

  1. Todos, menos el de cesárea, mellizos o gemelos y el de perdida neonatal, aunque han pasado 3 años 2 meses desde el nacimiento prematuro aun no logro superarlos, además se suma el fallecimiento de mi esposo hace 10 meses atrás, el cual estuvo enfermo todo el proceso desde el embarazo, difícil, solo y sin remedio ha sido para mi, no lo superare jamás

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